En un domingo de calculadora en mano, al final no fue necesario hacer muchos cálculos. El que podía ser líder absoluto (Huirapuca) y entrar a la Copa de Oro híper copado regaló la tortuga a metros de la meta. Y el que estaba obligado a ganar, Tucumán Rugby, para no ser modelo de relleno en la definición, le bajó los humos, precisamente, al que pisó Yerba Buena pensando que el título era cuestión arrancar con el pie derecho ayer mismo.
También estaba Los Tarcos, el que iba por la victoria y el punto bonus ante un rival flojo de visitante como Uni de Salta (ver aparte). Y, por último, el que había jugado (Uni) y era líder parcial del Súper 8. Pasadas las 18, el panorama entró en clímax. Huirapuca, Universitario, Los Tarcos y Tucumán Rugby irán por la gloria y todos están pegaditos. “Es como ir 0 a 0” comentó uno de los DT de un “Verdinegro” al final de la tensa jornada.
Era el partido de la fecha, sin dudas. Si Huirapuca le ganaba a Tucumán Rugby, el objetivo de repetir la corona entraba en tono de utopía para los anfitriones. Pero si ganaban, su suerte y su destino no tenían techo. Justamente, eso fue lo que sucedió.
Los dos protagonizaron un entretenido encuentro de ida y vuelta. Mucho penal, mucha infracción, sobre todo por parte del dueño de casa. Abusó Tucumán Rugby de cortar el juego. Lógico, ello fue un beneficio para Exequiel Faralle, un arquitecto de acertar a los palos.
El duelo arrancó con el anfitrión pegando con tries y la visita respondiendo con latigazos a la hache. Las defensas se equivocaron seguido y aportaron al resultado. De hecho, hasta el 15-12 a favor del local, no hubo grietas visibles. Después sí, surgieron y se vieron muchísimas. Tucumán Rugby abrió rutas prohibidas en jugadas de primera fase y perdió el control. Llegó a quedar 15-24 hasta que cortó la sangría con un try clave previo al sonido de la chicharra. Si el monarca no mandaba en sus dominios, era culpa suya.
De hecho, no bien entrado en acción el acto II, el “Verdinegro” hizo todas las macanas juntas. Otro try en contra: el 31-22 de Huirapuca sabía a funeral. No lo fue. Un tanto porque el invitado sureño dejó venir al campeón herido. Cedió la incitativa, mientras que Tucumán Rugby se animó a creer que a partir del vértigo de sus tres cuartos todo era posible. Llegó el 29-31 pero al toque vino otro golpe: 29-38.
Jugado por jugado, Tucumán Rugby fue a la carga y llegó a barracas: en 9’, del 27’ al 36’, mostró su mejor versión con dos tries convertidos y un penal. Ganó 44-38 y avisó que el oro es su debilidad, su gran debilidad. Lo que viene, arde.